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Duelo

 

PÉRDIDA DE UN SER QUERIDO Y OTRAS PÉRDIDAS

 

¿EL DUELO ES BUENO O MALO?


 

Una de las etapas más difíciles de la vida por la que todo ser humano pasa en algún momento es la perdida de alguien cercano a nosotros, de un ser querido, ya sea la muerte de un familiar, la ruptura de una relación, un abandono o cualquier otro tipo de pérdida significativa.

Sin embargo que el duelo sea, como su propio nombre indica, doloroso no quiere decir que no sea necesario. Pasar un proceso de duelo ante una pérdida cumple una función de adaptación, permitiendo el restablecimiento del equilibrio roto tras la pérdida y posibilitando nuevos vínculos. Esto, que se conseguirá una vez alcanzamos la aceptación de la pérdida, conllevará casi con seguridad el sufrimiento del dolor y la pena pero también supondrá el ajuste al medio sin el desaparecido.

Es muy difícil darnos cuenta que alguien que solíamos tener o que pensábamos que lo íbamos a tener siempre, desaparezca de la noche a la mañana, es muy difícil aceptar una perdida. Sentimos que no podemos soportar el dolor, tenemos la firme creencia que no superaremos la muerte de alguien que queremos, que si alguien a quien amamos falta en nuestras vidas nos podríamos morir, que nadie aguanta la tristeza, que nos destruye. Estas y otras ideas nos pueden asaltar cuando la pérdida es significativa y más cuando se da de una forma trágica y sufriente. Sin embargo, si el proceso de duelo se realiza adecuadamente, no sólo no nos destruye si no que nos ayuda a aceptar y la pérdida y poder seguir viviendo.

Así pues, el duelo es un proceso NATURAL, que se genera al sufrir una pérdida, es muy doloroso pero no necesariamente patológico y cada persona tiene una forma distinta de afrontarlo.

INFINITAS FORMAS DE DUELO


 

El duelo es un proceso interno sumamente íntimo de cada persona, es algo tan individual y privado que, pese a que en unos primeros momentos se decía que un duelo normativo duraba aproximadamente un año o que a partir de ahí se consideraba patológico, estudios más recientes han concluido que puede haber duelos más largos que pueden ser totalmente normales y no tienen por qué estar siendo bloqueados o pospuestos.
Por otro lado, la experiencia nos dice que existen también procesos de duelo que se desarrollan sin patología en menos tiempo.

 

Es cierto que hay pérdidas que son más intensas que otras (por la forma trágica en la que suceden, por el tipo de relación que se tenía, etc) pero este tipo de pérdidas, aunque nos lleve más tiempo realizar el proceso o sintamos emociones más profundas no significa que lo estemos realizando incorrectamente. Hay que saber que el proceso de duelo es diferente a cada persona, una forma única de sentirlo y atontarlo, y por supuesto la forma de expresarlo también será diferente en cada uno de nosotros.

Por ejemplo, los duelos iniciados en el estado de alarma actual por Covid-19 nos está mostrando más que nunca la variedad inmensa en las respuestas: factores como la forma en la que se recibe la noticia, el tipo de ritual que se pueda realizar, el tipo de apoyo recibido por otros en nuestro dolor, la imposibilidad de acompañar en los últimos momentos y despedirse de nuestro ser querido, etc pueden tener una influencia determinante en la forma del duelo que aparezca.

QUÉ SE SIENTE EN UN DUELO


 

La definición de duelo no sólo hace referencia a la pérdida en sí, sino a todos los sentimientos que la persona va experimentando en esos momentos tan complicados mientras estamos afrontando estas pérdidas.
Desde el momento en que conocemos la pérdida, pueden ir apareciendo diferentes tipos de emociones. Lo primero que avisamos en terapia para duelo es que será totalmente normal sentir cosas de todo tipo en este proceso, no sólo tristeza o ganas de llorar. También serán normales la rabia, la culpa, la vergüenza, la ansiedad e incluso emociones de corte positivo como el alivio, o estar contento algunos ratos.  En muchos casos aparecen también respuestas muy somáticas, dolores corporales, cambios en el sueño, el apetito, fatigas, incluso hay quien experimenta la presencia del ser querido perdido. Cualquiera de ellas pueden aparecer y no serán un duelo problemático siempre y cuando no nos quedos sumidos en estas emociones y vayamos avanzando en el proceso.

ACOMPAÑAMIENTO Y AYUDA PSICOLÓGICA EN DUELO


 

El duelo puede ser un proceso largo, doloroso y lleno de sufrimiento para la persona que ha perdido un ser querido y por ello se beneficia siempre del acompañamiento y la atención y a veces tratamiento psicológico, especialmente cuando la pérdida ha sido repentina e inesperada como son los casos de los fallecidos a consecuencia del virus COVID-19.
Las circunstancias excepcionales de confinamiento han hecho imposible el acompañamiento y la despedida de los seres queridos en el momento del fallecimiento, hecho que está dificultando superar las diferentes etapas y tareas con naturalidad y está aumentando la probabilidad de sufrir además de duelo patológico, un trastorno de estrés postraumático.

La rapidez (dejé a mi padre en la puerta del hospital y en dos semanas no está), la incertidumbre (no pude ir a visitarle ni conozco los detalles), la impotencia (no le he podido visitar, ni aliviar, ni hacer nada), la soledad (no se puede compartir igual el dolor, ni sentirse acompañado de la misma forma) en muchos casos requieren de un acompañamiento psicológico para poder realizar el afrontamiento lo mejor posible.

 

En cualquier caso y sea como sea que se produjo la pérdida, en OMA queremos ayudarte en estos duros momentos a afrontar esta nueva etapa de tu vida de la mejor de las formas y acompañarte en tu dolor, enseñándote a gestionar tus emociones y recuperando tu estabilidad vital. Veremos cómo conseguir cuidar de tí mismo (física, emocional y mentalmente) y de los que te rodeen en estos momentos en que seguramente no puedes o no quieres hacerlo.

Te ayudamos a integrar la pérdida, y que no termine destruyéndote. Minimizar tu dolor o posponerlo no es la mejor idea así que te enseñamos a compartir tu sufrimiento y no evitarlo para evitar que se instale la desesperanza, la desmotivación o incluso la depresión u otros problemas.

Se podría decir que el duelo y por tanto el acompañamiento ha finalizado cuando el dolor intenso es sustituido por el recuerdo afectuoso y tranquilo del pasad

ETAPAS O FASES DEL DUELO


En el trabajo de duelo, solemos encontrar el desarrollo del mismo explicado por fases. Elisabeth Kübler-Ross es una de las expertas en el tema del duelo más citada y la autora que desarrolló la famosa teoría de las cinco etapas del duelo, que tras el paso de los años sigue siendo la teoría más avalada sobre las etapas emocionales que se atraviesan en un duelo.

 

La experiencia nos demuestra (y por eso a veces se propone más un trabajo por tareas en lugar de por fases) que no tienen porqué atravesarse estas etapas de manera lineal, si no que se va saltando de una a otra e incluso que se puede pasar más de una vez por cada fase, hasta que finalmente se acaba llegando a la aceptación de la pérdida. En el momento se da esta comprensión y podamos seguir adelante con nuestra vida sin el ser ausente se dará por completado el duelo.

 

Estas etapas según el modelo de la Dra. Elisabeth Kübler-Ross son:

1. Negación, desconcierto e incredulidad.

Esta etapa suele ser la más habitual y la que suele aparecer primero ante cualquier proceso de duelo. Se vive desde una posición de espectador, como si “esto no fuera conmigo”, “esto no puede estar pasando”

La persona no está aceptando la realidad de lo sucedido, no es capaz todavía de sumirse en el profundo dolor de la pérdida y de ir trabajando todas las emociones que debe experimentar a lo largo del duelo.

Algunos expertos califican esta etapa cómo un mecanismo de defensa de nuestra propia mente ante la imposibilidad inicial de asumir lo ocurrido.

2. Ira (culpa)

En esta etapa es frecuente que aparezcan emociones cómo la ira, la rabia, frustración, enfados muy intensos tanto hacía lo sucedido o hacia alguien a quien vemos como “culpable”, cómo hacía la propia vida o hacía uno mismo por lo que ha podido tener que ver en lo ocurrido.
Hay tensión y ansiedad, impotencia e incluso pueden aparecer ataques de pánico

Se evalúa el propio papel en todo lo que ha acontecido y se siente rabia por lo que se podía haber hecho y no se hizo, por los errores cometidos, porque las cosas fueran del modo que fueron y que no se pudiera hacer nada para evitarlo.

3. Depresión

Tras la rabia se abre camino la tristeza, la apatía, el cansancio y la depresión. La persona se siente desolada, vulnerable, frágil y muy dolida puesto que la idea de “no hay vuelta atrás” comienza a aparecer en su mente. Aparecen largos períodos de desesperación y desorganización. Todos los apetitos se ven afectados, disminuyendo considerablemente. Se vive el día intentando no pensar en el futuro. Podemos buscar cierto aislamiento social.

En esta etapa es común decir que las personas han podido caer en una depresión, y es importante tener mucho cuidado para no confundirlo, porque durante un tiempo es normal que la persona se encuentre mal, pero lo importante es no estancarse en este punto y pese a lo que pueda costar, seguir con la vida en esta etapa es fundamental.

4. Negociación

La negociación aparece ante la propia dificultad por aceptar lo que está sucediendo, hay una necesidad de “pactar”.

“Llévame a mí, pero no te lo lleves a él” “si tengo otra oportunidad voy a hacer las cosas de otra manera” Son pensamientos muy típicos de esta etapa en la que se intenta “negociar” con las condiciones de la pérdida para tratar de que no se produzca o que sea de otra manera diferente.

5. Aceptación

Finalmente se va produciendo la llamada “aceptación”, que consiste sencillamente en que poco a poco la persona va “aceptando” lo que ha sucedido o va a suceder, va asumiendo los hechos y poco a poco el proceso va generando menos emociones negativas.
En algunos casos se incluye aquí el perdón.

A medida que vamos aceptando nos vamos centrando más en nuestra propia vida y poco a poco se van retomando las actividades y relaciones y se va dando forma a la nueva situación.

Es importante dejar claro que tras un proceso de duelo la persona y su vida ya no vuelven a ser las que eran antes, y eso cobra mayor relevancia en base a la importancia de la figura que ha desaparecido de la vida de la persona.

En un duelo no tratamos de recuperar la vida de antes, tratamos de tener una nueva vida dando un nuevo lugar a nivel emocional y en todos los sentidos a persona o elemento que ya no está, sin que este nuevo lugar ya produzca dolor si no que lo percibamos desde el cariño y desde los buenos recuerdos.

TIPOS DE DUELO


 

Hay autores que distinguen diferentes tipos de duelo en base al tipo de procesamiento emocional que estemos experimentando. Aunque hemos dicho que son innumerables, a modo pedagógico se podrían distinguir:

1. Duelo anticipado


Un duelo anticipado consiste en el duelo que tiene su comienzo antes de que la pérdida se haya producido. Estos duelos pueden suceder ante una enfermedad que nos han diagnosticado y que podemos saber que no tiene solución.
Paradójicamente cuándo se lleva a cabo este tipo de duelo llega un momento en que el hecho de morir se transforma más en algo que da calma y que significa el fin del sufrimiento.

2. Duelo sin resolver


 

Un duelo sin resolver consiste en un duelo que no se ha llevado a término. Este concepto solía utilizarse hace años en los duelos que pasados unos 24 meses aproximadamente no se habían resuelto completamente.

3. Duelo crónico o patológico


El duelo crónico es muy similar al duelo sin resolver, puesto que no ha llegado a realizarse por completo y se ha alargado durante años.
Este duelo también recibe el nombre de duelo patológico y suele darse en personas que niegan la realidad de los acontecimientos y se siente paralizada por el dolor sin poder seguir adelante con su vida y poder transitar el duelo de forma adecuada.

4. Duelo retardado


El duelo retardado consiste en un duelo normal a nivel emocional pero que comienza a llevarse a cabo un tiempo después de los sucesos. Suele darse muchas veces en personas que no se dan el permiso de experimentar el duelo y de sentirse mal, que consideran que ser “fuerte” es la única opción y no dejan que esos momentos duros aparezcan.
Estos duelos a menudo aparecen cuándo tras la pérdida hay una serie de situaciones que la persona debe hacer frente antes de poder comenzar su pérdida, ya sea a nivel laboral, familiar o incluso sentimental.

5. Duelo desautorizado


En el duelo desautorizado, el entorno o las personas que rodean a quien lo sufre suele mostrar rechazo o desaprobación por el duelo que se está llevando a cabo.
También suele suceder cuándo pasa mucho tiempo desde que la persona ha comenzado el duelo y la gente de su alrededor considera que ya no debería estar en esa situación, por lo que externamente se reprime, pero a nivel interior sigue estando mal.

6. Duelo distorsionado


Los duelos distorsionados consisten en una reacción emocional desproporcionada para la situación que se está viviendo. Muchas veces esto se produce ante duelos que se encadenan, cuándo la persona no ha resuelto completamente un duelo y comienza a experimentar otro, esto produce una reacción emocional que a veces se puede catalogar de “exagerada”.