Mucha gente piensa que visitar al psicólogo es sinónimo de “ser débil” o “estar loco”. Es por ello que seguimos mostrando dudas a la hora de dirigirnos a la consulta del psicólogo.
Y así, por diversas causas, y aun a sabiendas de que necesitamos ayuda especializada ya que contar nuestras penas a familiares o amigos no es suficiente. Vamos dejando para otro día el hecho de solicitar una cita con el psicólogo y lo hacemos cuando ya “no podemos más”.
Este retraso, que puede suponer varios años e incluso décadas, puede agravar un problema que atendido a tiempo quizá se hubiera resuelto sin mayor dificultad
No existe una norma clara frente a cuando es el momento de acudir al psicólogo para solicitar ayuda, ya que un problema puede afectar de forma distinta a cada persona, por tanto es algo puramente subjetivo. De hecho muchas veces el problema no es algo que nos hace sentir miedo o inseguridad, sino el pensar que no tenemos recursos suficientes para enfrentarnos a eso.
Partiendo de la idea de que el objetivo de una terapia es que el cliente adquiera recursos personales para afrontar situaciones difíciles, el trabajo del psicólogo es el de enseñar esas habilidades a través de varias fases: