La mayoría de las personas que presentan un patrón de adicción al trabajo no son conscientes de la cantidad de horas que se pasan en él. Existe una jornada laboral que es la óptima para las personas y está en 8 horas al día, si nos pasamos más de eso ya empieza a deteriorarse mis capacidades, ya que no se puede estar en alerta o con la concentración necesaria más de esas horas. La persona que es adicta al trabajo, o bien sale más tarde de su hora o se lleva el trabajo a casa para seguir allí, quizás voluntariamente dedica prácticamente todas las horas de vigilia a hacer cualquier trabajo o a pensar en ello (aunque no se dé cuenta de que sus actos son voluntarios).
Muchas veces la idea de perder el tiempo les estremece. Aún en sus “ratos libres” sienten que deberían estar haciendo algo. Nunca se relajan.
Las personas que se encuentran bajo esta problemática tienden a tener rasgos de necesidad de tenerlo todo bajo su control, eso implica que la persona se sobrecargue de trabajo por no poder delegar tareas, otro rasgo a destacar es la impulsividad, necesitan hacerlo todo al momento.
El trabajo representa mucho más que el modo de ganarse la vida, es el eje alrededor del cual gira todo lo demás.
Dolores de cabeza, más irritabilidad tanto a nivel laboral como social y familiar, más discusiones por no poder conciliar la vida laboral y familiar, ansiedad, estados de estrés, aislamiento, consumo de otra sustancia, como alcohol, cocaína o benzodiacepinas.
Es vivir para trabajar. Es trabajar un número de horas excesivo y además no saber desconectar cuando se llega a casa. La adicción al trabajo mata, puesto que el perfil psicológico del enfermo coronario, que se muere por infarto de miocardio, tiene grandes coincidencias con el perfil del adicto al trabajo.